Carta abierta a Russell Westbrook: No importa, fracasa más, fracasa mejor





Estimado Russ,

Te lo confieso. Nunca me termino de acostumbrar a esta obsesión del entorno NBA por buscar enemigos sobre los que descargar sus antipatías y focalizar su odio. Quizás sea, simplemente, una manera de amenizar todo este gran espectáculo, generar protagonistas y antagonistas como si de la factoría Marvel se tratara, donde los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. En ese enfoque mediático todavía falta por comprender el factor humano, y cómo esas críticas pueden terminar repercutiendo en personas que solo buscan con su trabajo, disciplina y talento, la gloria máxima del deporte de la canasta: Un anillo NBA.

Otros estarían frontándose los ojos con los tiempos que nos ha tocado vivir, en los que se baten récords día sí y día también y la liga tiene un nivel estratosférico en comparación con otras etapas de la misma. Sin embargo, hay quien cultiva su disfrute en torno al odio. ¡Qué lástima!.

Ahora la han tomado contigo, aprovechándose de un error en caliente, cuando peor van las cosas y de forma oportunista, algo muy propio de los mentideros de la liga y en consonancia a un sector de la prensa donde prima el sensacionalismo. Sucedió con Kobe Bryant cuando fracasó al año después de separarse de su más letal compañero en la pintura, Shaquille O'Neal, sucedió cuando Lebron James anunció su cambio de franquicia hacia una con más aspiraciones de ganar el anillo, sucedió hace poco con tu ex-compañero de equipo Kevin Durant, que pasó de niño mimado de la NBA a coleccionar Haters por doquier.



La NBA más viral e hipercomunicada de los últimos tiempos deja a los jugadores expuestos como nunca y con eso debéis aprender a vivir. Vuestra convivencia con las redes sociales, el seguimiento continuo de la actualidad y la globalización de la liga, así lo determina. No hay marcha atrás en una tendencia que afecta a casi todas las profesiones del planeta y a la que hay que saber adaptarse, es, ni más ni menos, que otra parte del oficio. Ni una leyenda viviente como tú se libra de tal efecto. Faltaría más.

Pero por mucho que ahora parezca todo negro, que surjan más detractores que nunca, que proliferen los artículos pidiendo tu traspaso y que el futuro a corto plazo de la franquicia parezca, cuanto menos, gris, aún les queda lo más valioso de todo: Tu enorme e indisimulable talento. Mucho más de lo que tienen la mitad de equipo de la liga.

Porque recuerda que, cuando se separó ese inolvidable cuarteto que os criasteis en Oklahoma y que hoy nutre hasta a cuatro equipos NBA de postemporada -Harden en Houston, Durant en Oakland, Ibaka en Toronto y tú mismo en Oklahoma- se dijo que no volverías fácilmente a los playoff y desde entonces nunca has faltado. Se dijo y se dice que eras un jugador incapaz de compartir el balón pero llevas dos temporadas por encima de las diez asistencias, se dijo que no sería capaz de hacerle hueco en ataque a Paul Gorge y Carmelo Anthony cuando has bajado más de seis puntos tus estadísticas anuales. Más allá de lo que los números digan, eres capaz casi de lo que te propongas en un lugar donde haya una pelota de baloncesto.

Pero al final, este es un deporte colectivo donde nunca hay un único héroe ni un solo villano. En Oklahoma han construido dos proyectos consecutivos donde has sido máximo responsable en la cancha, el primero casi antagónico a las exigencias de la NBA actual -donde el extra pass, los tiros de tres y el small ball se han traducido en éxito-, el segundo aunando talento difícil de combinar y trayendo dos figuras más preocupadas de su futuro que de su presente.

La franquicia que rescataste del olvido tiene el reto por delante de saber leer los tiempos que corren y buscar un ecosistema donde nutras al equipo de la misma manera que el equipo se nutra de tus virtudes. Así regresó Kobe a la élite y así fue campeón Garnett a los 31 años, por citar algunos ejemplos recientes. Eso no depende de ti, pero sí el no desfallecer, el seguir persiguiendo con tu instinto competitivo el máximo premio de esta profesión. Porque llegar, llegará, de eso no hay duda.

Y cuando vivas ese momento habrás de estar preparado para ganar. Entre tanto, hazle caso a esa frase de Becket reconvertida con el uso popular en lema para emprendedores: “Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better". 

O lo que es lo mismo: Siempre lo intentaste. Siempre fracasaste. No importa. Inténtalo otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.









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